La pregunta sobre dónde está el Partido Demócrata y quiénes representan al nuevo liderazgo, es más valida que nunca en estos tiempos pues, desde que Donald Trump asumió la presidencia el 20 de enero, la oposición prácticamente han desaparecido del escenario.
Con esa mayoría obtenida en las pasadas elecciones en el Congreso, y una Corte Suprema de Justicia de línea conservadora (6 jueces conservadores de un total de 9) la istración Trump y el Partido Republicano, están haciendo gala de un uso de poderes casi sin precedentes y la firma diaria de órdenes ejecutivas, no es más que una muestra de su poderosa posición.
Se supone que la istración —toda istración— debe rendir cuentas mediante basado en el principio que asegura la separación de poderes y que evita que una rama de gobierno ejerza más fuerza sobre las demás, de acuerdo con la Constitución.
Sin embargo, en los últimos dos meses, estos pesos y contrapesos se han visto sometidos a una enorme presión y no precisamente parte del Congreso, donde se aprecia una falta de poder e influencia del Partido Demócrata. Los republicanos que controlan tanto la Cámara de Representantes como el Senado han sepultado cualquier iniciativa demócrata, que intente perturbar la agenda del presidente, Donald Trump.
Los principales controles sobre la istración provienen ahora del lado de los tribunales, que han presentado una importante resistencia ante los planes de La Casa Blanca.
Un magistrado en particular, el juez James Boasberg del distrito de Nueva York, está involucrado, en dos casos separados, que afectan la política de deportación del mandatario: uno sobre las formas como los presuntos de una banda criminal venezolana han sido deportados y la otra, sobre la retención de un registro completo del controvertido chat grupal de mensajería privada Signal, entre los altos funcionarios de Trump, quienes incluyeron accidentalmente a un periodista mientras compartían información sobre los planes de bombardear a los rebeldes hutíes, en Yemen, Un aviso a nivel de todo el Pentágono advertía contra el uso de la aplicación de mensajería, incluso para información no clasificada.
El juez Boasberg intentó, sin éxito, detener la deportación de los supuestos de la banda criminal Tren de Aragua, por no haber sido sometidos al debido proceso antes de ser llevados a una cárcel en El Salvador, mientras evaluaba el derecho legal de la istración Trump, a deportar sospechosos, en virtud de una ley de tiempos de guerra, la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798.
Dado que el Partido Demócrata anda huérfano de liderazgo, los argumentos contra el uso de dicha legislación por parte del presidente de cualquier persona en su lista, se han dejado en manos de los tribunales y en particular, del juez Boasberg, mientras la istración ha respondido solicitando su destitución por intentar suplantar las facultades del presidente.
De igual manera, el juez Boasberg se ha visto involucrado en una solicitud legal de una organización llamada American Oversight para que se conserven todos los mensajes del infame chat grupal, Signal.
El problema con la participación de los jueces en estos asuntos es que rápidamente se convierte en una batalla de voluntades entre la Casa Blanca y el Poder Judicial, y el tema puede perderse fácilmente a medida que los argumentos se vuelven más personales.
Sin un líder que confronte a la istración, los demócratas no han logrado hacerse oír por encima de la furiosa condena al juez Boasberg que emana de la Casa Blanca.
Igualmente, hay demasiados temas en el tintero que deberían generar un debate político más amplio como: la intención del presidente de comprar Groenlandia, el deseo de controlar el Canal de Panamá, la reanudación de la guerra en Gaza, las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia sobre el destino de Ucrania, la guerra comercial mundial de la istración o el creciente deterioro de las relaciones con los aliados europeos y Canadá.
¿Alguien sabe realmente cuál es la postura de los demócratas sobre todos estos cambios políticos cruciales? Más que nunca, el país necesita incorporar un debate sano e inteligente que incluya a todas las voces que hacen política en el país.