Las acciones inminentes del equipo docente incluyen, recomendar a la familia buscar asesoría médica para un diagnóstico clínico del niño, precisar las posibles causas de sus conductas desadaptativas, diseñar e implementar una estrategia pedagógica para su disminución y reemplazo.
Los elementos primarios llevan a la interrogante: ¿Posee John un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? No es un pronóstico absurdo, pues sus conductas son típicas de una patología prevalente en entornos escolares.
El informe “Pautas clínicas de práctica para el diagnóstico, evaluación y tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes”, publicado por la American Academy of Pediatrics (AAP), muestra un aumento de casos en EEUU que alcanza un 9.4% de los niños en edades de 2 a 18 años. Es un reto médico definir si obedece a la eficacia de los diagnóstico, a posibles errores o a factores biopsicosociales desconocidos.
En este trabajo, le propongo un análisis del trastorno desde diversas aristas. Incluye entenderlo, brindar herramientas a las personas de su entorno - enfatizando en el escolar- sobre la problemática, expongo algunas ideas de la inveterada polémica terapias psicológicas – medicamentos e intento deslegitimar el mito del TDAH como impedimento para triunfar en la vida.; piense, que el mayor genio de la historia poseía este trastorno.
¿Qué es el TDAH? 5t5o62
El “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)”, publicado por la American Psychiatric Association, sitúa al TDAH en el grupo de los trastornos del neurodesarrollo. ¿Por qué? Porque los niños aquejados de él poseen un desfasaje cerebral del 30 al 35% (alrededor de 3 años) en comparación con el resto de su edad. Phillip Shaw, Investigador de U.S. National Institute of Mental Health (2009), descubrió un retardo en el desarrollo del lóbulo frontal que, a su vez, impacta de modo desfavorable en las funciones ejecutivas.
Estas funciones son controladas por el lóbulo frontal. Una zona del cerebro que nos sitúa en la escala del desarrollo por delante del resto de las especies; todos los mamíferos lo poseen, pero sólo el homo sapiens sapiens está dotado de un cerebro con funciones ejecutivas. Es común que se establezca una analogía entre el lóbulo frontal y un director de orquesta, pues regula al resto de los lóbulos - occipital, temporal, parietal -; incluyendo actividades ejecutivas como la concentración, el control de impulsos, la memoria operativa, la planificación, la inhibición, la flexibilidad cognitiva, la autorregulación emocional, la toma de decisiones, la capacidad de autorefuerzo y la conciencia.
Los síntomas del TDAH incluyen períodos cortos de atención, escasa concentración, manifestaciones de impulsividad y una acentuada incapacidad para demorar las gratificaciones. Quienes lo poseen muestran conductas nucleares como déficit de atención, hiperactividad y una mezcla de ambas, definida de tipo combinado.
El diagnóstico se realiza sobre bases clínicas; significa que no existe un marcador biológico para detectarlo; sirviendo de base el relato de los padres, pero, sobre todo, de los maestros, y una evaluación neurológica que puede determinar los niveles de inmadurez o las alteraciones en el desarrollo del niño. Por eso, no puede llegarse a una conclusión precipitada al realizar una evaluación que puede estar mediada por errores o condiciones como problemas de visión o hipoacusia, debiéndose enfatizar en un examen minucioso de un profesional capacitado.
Las conductas de un niño con TDAH obedecen a su incapacidad para controlar los impulsos. Él no intenta portarse mal; pero el déficit de control le impide realizar tareas que, dada su condición neurológica, casi siempre percibe como aburridas. Salvo que estén diseñadas siguiendo una estrategia, a la manera de los videojuegos, exponiendo al niño a un encadenamiento de estímulos reforzantes que atrapan su atención. Por eso, son muy útiles como herramienta de trabajo, siempre que regulemos de manera óptima los tiempos de exposición a ellos; mejorando, entre otras, la memoria, la navegación espacial, el razonamiento, la percepción, el desarrollo de habilidades para resolver problemas y el estado de ánimo.
Los estudios más recientes coinciden en que el componente genético es la base en la transmisión del TDAH. No puede establecerse un divorcio entre el ambiente y la genética, pero la segunda impacta de un 75 a un 80%. De cada cuatro personas con este trastorno del neurodesarrollo una posee un progenitor que lo padece. Pero coexisten otras causas de riego, asociadas a un nacimiento prematuro, lesiones graves en la cabeza, la exposición prenatal del niño al alcohol, la nicotina del cigarrillo o la existencia de toxinas en el medio ambiente, como el plomo, que puedan inocularse en el organismo.
El TDAH es crónico. Alrededor del 80% de los niños con él seguirán teniendo problemas durante la adolescencia y de un 30 a un 65% en su adultez. Es resultado de una insuficiente producción de neurotransmisores como dopamina y noradrenalina, dos sustancias químicas que permiten la correcta comunicación entre las neuronas. Sin embargo, estudios recientes defienden que un exceso de esas sustancias en el cerebro del niño provoca el mismo efecto, convirtiéndose en una nueva interrogante para las ciencias médicas.
Es común, que los signos del TDAH se perciban con más frecuencia en el inicio de la etapa primaria, debido a exigencias escolares demandantes de un incremento en la atención selectiva y sostenida. Evidenciándose en el niño problemas asociados a la falta de concentración, a las dificultades para planificar y organizar tareas, inhibir pensamientos o conductas, al reconocimiento e identificación de emociones, al control interno del tiempo, la automonitorización, problemas en el establecimiento de dinámicas sociales y para aprender de experiencias pasadas.
El diagnóstico del TDAH antes del inicio de estudios primarios o temprano puede evitar que derive en comorbilidades propias de los trastornos específicos del desarrollo y del aprendizaje: de tipo negativista desafiante, explosivo intermitente, depresión, ansiedad, trastorno bipolar, adicciones, dislexia, discalculia, disgrafía, entre otros, que retardarán los niveles de eficacia de cualquier tipo de intervención, al situar al niño en un estado definido por el psiquiatra infantil César Soutullo como “TDAH metastásico”.
Las estadísticas muestran que del 60 al 70% de esos pacientes presenta un trastorno añadido y del 40 al 50% dos o más. El impacto puede contrarrestarlo, además, un Cociente Intelectual (CI) elevado; siendo imprescindible enfatizar durante las dinámicas terapéuticas en su mantenimiento y desarrollo, a través de la estimulación neurocognitiva.
Aunque es innegable el grandioso trabajo de entrega y dedicación de los equipos docentes, un déficit de preparación pedagógica para este tipo de intervenciones puede derivar en gestiones erráticas, que provoquen un paulatino deterioro de la memoria de trabajo del niño, convirtiéndolo en presa de sus problemas y, como subraya Joaquín Fuster, Profesor de Psiquiatría y Neurociencia Cognitiva de la Universidad de California, llegando a sumirlo “en un periplo de colegios o incluso, si cae en la delincuencia, instituciones disciplinarias”.
El manejo pedagógico del TDAH 345r6u
La principal autoridad de esta patología en el mundo, Russell Barkley, subraya: “El TDAH no es un trastorno de atención. Es una ceguera hacia el futuro. Crea una miopía hacia el tiempo, por lo que una persona con este trastorno no puede organizar el futuro lejano, sino, solamente, el futuro inminente”.
Los centros educativos deben estar preparados para el manejo de los niños con TDAH desde una coherente organización ambiental y metodológica que establezca pautas de actuación en la cotidianeidad del docente. Es un reto, dada las alarmantes estadísticas escolares, que incluye a un 60% de los estudiantes repitiendo cursos escolares en países europeos o siendo expulsados de las instituciones docentes.
Como asegura el psicopedagogo español Rafael Guerrero: “Es verdad que se están haciendo algunos esfuerzos y cambios para ayudar a los maestros y educadores a identificar y apoyar al alumnado con TDAH, pero aún hace falta que los docentes puedan acceder a formaciones necesarias para entender y atender a estos chicos”.
El trabajo debe vertebrarse en objetivos que incluyan: 5n4dl
- Formación para el profesorado en modificación de conducta.
- Entrenamiento de los padres en las rutinas de los deberes y de casa.
- Capacitación de los niños en habilidades de funcionamiento social y autonomía conductual.
La integración psicopedagogo - docente en las escuelas es piedra angular para que las técnicas utilizadas se refuercen y faciliten modificar las conductas disruptivas, estructurando una cadena que integre evaluación, planificación y aplicación desde una perspectiva positivista.
No podemos condenar a un niño con TDAH a andar a la deriva; a expensas de una disminución en los niveles de hiperactividad e impulsividad en la adolescencia: propio del reajuste de las reservas cerebrales en ese período de cambios. Un fenómeno frecuente en los casos de hiperactividad/ impulsividad pero ajeno al déficit de atención.
Las escuelas en EEUU son el centro diagnóstico del TDAH. Los estudios en países europeos como España, muestran que la base para detectar el trastorno es la prevalencia de conductas disruptivas; sin embargo, el bajo rendimiento escolar constituye aquí la principal señal de alarma para la búsqueda de asesoría neurológica, psicológica o psiquiátrica.
El sistema escolar estadounidense posee herramientas que, usadas con eficacia, pueden posibilitar el tránsito de los estudiantes con TDAH sin grandes tropiezos. Respaldadas por la “Ley sobre los Derechos Civiles” que aprobó el Congreso y fue firmada por el ex - presidente Richard Nixon el 26 de septiembre de 1973. En su sección 504 legitima el derecho de un individuo con algún tipo de discapacidad a tener a los beneficios y servicios de los programas.
Los estudiantes con TDAH aplican para un plan 504. Puede comprender acomodaciones acorde a sus necesidades, como un mayor tiempo para el desarrollo de los exámenes, asientos preferenciales en el aula, reducción de la cantidad de deberes y tareas escolares, exámenes orales, ayudas verbales, visuales o tecnológicas en la escuela.
Si el manejo conductual demanda intervenir “una conducta en la que existe una violación del derecho de los demás, o de las normas y reglas sociales apropiadas a la edad”, puede diseñarse y aplicar un plan de comportamiento integrando las conductas problémicas, sus funciones, la estrategia de implementación o los apoyos de ayuda, etc.
Cualquier miembro del equipo para el plan 504, incluyendo los padres, puede solicitar chequearlo si necesita un cambio. Salvo emergencias, debe hacerse al menos cada tres años, definiendo si el niño mantiene las condiciones primarias, debe seguir adscrito al mismo, necesita nuevos ajustes o si las competencias alcanzadas le permiten un desenvolvimiento autonómico pudiendo derogarse la necesidad del mismo.
¿Cómo hablar con el maestro de mi hijo con TDAH? 2z713s
La escuela debe conocer su condición. Es fundamental colaborar en equipo y que el niño sea el principal beneficiario de las acciones. En un ambiente escolar idóneo para poder revertir o reemplazar las conductas y discapacidades.
Existen técnicas para una óptima comunicación. Amanda Morin, autora de “The Everything Parent’s Guide to Special Education”, realiza recomendaciones válidas; pero enfatiza en que la eficacia de cualquier estrategia depende de variables que, en ocasiones, escapan a nuestro control.
Debemos concertar una cita pedagógica con el maestro para lo que bastan 15 o 20 minutos de exposición. En ella, podemos indagar si conoce qué es el TDAH, si intervino en el aula a otros alumnos con esta patología y comportamientos afines a los de su hijo. Usted puede compartir sus experiencias y las técnicas de intervención más eficaces que ha usado en los diversos escenarios.
Conozca las conductas desadaptativas más frecuentes del niño, su magnitud o intensidad y cómo influyen en el desempeño escolar. Intente acercarse a las técnicas pedagógicas que están implementando y, después de entregar los documentos correspondientes, solicite que, si procede, se realice una evaluación para el diseño de un plan 504 o un Plan de Intervención Educativa (IEP, por sus siglas en inglés).
Es imprescindible que esclarezca su aporte en el proceso. Manifieste su sincera disposición a colaborar en la ardua labor educativa venidera, reconozca la importancia del rol de la escuela y transmita su confianza en ella.
TDAH: ¿Medicamentos o Terapias? 6y6g6s
Los años 50 del pasado siglo fueron convulsos. En medio de la Guerra Fría sus avatares trascendieron el contexto político e invadieron espacios de la psicología y la educación. Durante la etapa, se llegó hasta a asegurar que la prevalencia del TDAH en las aulas era la principal causa de la ventaja lograda por la Unión Soviética en la carrera espacial (1957), y se generaron enconados debates pedagógicos sobre el uso de las cargas extraescolares o tareas.
No faltaron científicos, aseverando, que el TDAH era resultado del “disease mongering” o “tráfico o promoción de enfermedades” de las farmacéuticas para ganar dinero. Una polémica que fue quedando en el pasado e integrándose al prolífero espacio de los mitos.
En la actualidad, existen diversas criterios médicos en cuanto a qué intervención elegir. Encontramos tres posiciones: la apuesta por el uso de medicamentos, por una intervención con bases terapéuticas o de tipo multimodal- haciendo confluir terapias y medicamentos -.
La “Guía de la Academia Americana de Pediatría”, subraya, que con niños de 4 a 5 años, en etapa preescolar, debe usarse la terapia conductual. Pero no excluye el uso de medicamentos si no se logran mejorías significativas, aunque demanda respaldarlo con un profundo estudio clínico para valorar los riesgos y beneficios de comenzar su uso a una edad temprana.
Ello significa un bombillo rojo en cualquier intervención. Existiendo problemas a los que debe prestarse atención, como del sueño, una reducción del apetito, retraso en el crecimiento, dolores de cabeza y de estómago, efecto rebote - irritabilidad cuando el medicamento deja de hacer efecto -, tics, malhumor e irritabilidad en general. El propio estudio, asegura, que entre los 6 y los 18 años pueden usarse medicamentos, pero combinando el tratamiento farmacológico con terapias conductuales.
Las más recientes investigaciones consultadas sobre el tema, partiendo de “Medicalización de la infancia en el campo del TDAH (2015)” realizada por el Instituto de Educación de la University College London y la División de Psicología Educativa e Infantil de la Sociedad Británica de Psicología, considera las intervenciones educativas, psicológicas y familiares como primera elección; un criterio que legitima la “Guía del National Institute for Health and Care Excellence (NICE)” del Reino Unido (2022).
Los psicofármacos en el TDAH demuestran ser eficaces a corto plazo. Ellos mejoran los síntomas principales de dicho trastorno, incrementan la atención y el rendimiento en tareas escolares que requieren concentración y atención sostenida, disminuyendo la hiperactividad y la impulsividad. Sin embargo, con el paso del tiempo los psicoestimulantes no tienen efectos beneficiosos sobre la conducta del niño, desencadenando reacciones peores que en los inicios de la patología. Diversos países europeos, como Francia y Suecia, llevaron a porcientos tendentes a cero el uso de medicamentos para el tratamiento del TDAH; potenciando las intervenciones educativas, psicológicas y los entrenamientos familiares.
Dentro de los métodos terapéuticos son muy eficaces los de tipo conductual y cognitivo-conductual. En ellos, se enseña a los niños estrategias de auto - instrucción y de resolución de problemas; además de auto-monitoreo y auto - refuerzo; proveyéndolos de instrucciones auto-dirigidas que deben seguir cuando realizan una tarea. Incluyen poder definirla y tener una meridiana comprensión de ella o del problema, planificar una estrategia general para aproximarse, enfocar la atención, seleccionar una respuesta o solución, pudiendo evaluar el desempeño.
Pero, no todo es malo en el TDAH… 3z5o3o
Los niños con TDAH son muy amigables, simpáticos, poseen un gran sentido del humor; siendo ejemplo de entrega en el proceso de adecuación a las exigencia escolares, familiares y sociales; son muy sinceros, siéndole difícil decir mentiras; sus niveles de empatía resultan elevados y, no faltan ejemplos, su manera desordenada de ver la realidad e ir en contra de los sistemas establecidos los convierte en personas transgresoras, creativas e ingeniosas.
En la historia son elocuentes los triunfadores con TDAH. Leonardo de Vinci, el mayor genio conocido lo poseía. Súmese, Bill Gates (creador de Microsoft), Steve Job (CEO de Apple), Walt Disney (pionero de la animación cinematográfica), Michael Jordan (genio del baloncesto), Michael Phelps (nadador, multimedallista olímpico y mundial), Will Smith (actor), Jim Carrey (actor), Silvester Stallone (actor), y muchos otros, incluyendo a Albert Einstein, objeto de debates médicos que, a veces, inclinan la balanza hacia un síndrome de asperger: también endilgado por los medios masivos a Lionel Messi, pero sin pruebas científicas.
Los niños con TDAH pueden ser genios. Aunque deben ser objeto de una estrategia coherente, sustentada en una atención plena de los padres y educadores en el sistema escolar; induciéndoles una voluntad férrea para que desarrollen sus potencialidades al máximo. Pensemos en Michael Jordan, quien dijo en una ocasión: “puedo aceptar el fracaso; todos fracasan en algo. Pero no puedo aceptar el no intentarlo”.
Es un reto de la pedagogía actual transformar el obsoleto modelo pedagógico vigente y transitar hacia un paradigma innovador, capaz de gestionar con eficacia problemáticas como el TDAH.
Sin olvidar que, como aseguraba el eminente psicólogo Burrhus Frederic Skinner: “La educación es lo que sobrevive cuando todo lo aprendido se olvida”.
*El autor es profesor, Máster en Prevención e Intervención Psicológica en Problemas de Conducta en la Escuela con especialidad en Terapia Cognitiva Conductual por la Universidad Internacional de Valencia, España (2022), y Especialista en Análisis Aplicado de Conducta (ABA), Universidad de Cádiz, España (2023).