viernes 6  de  junio 2025
OPINIÓN

El régimen interfiere juicio del teniente Ojeda 5xe3j

El régimen de Maduro interfiere el juicio por el asesinato del teniente Ronald Ojeda en Chile para proteger a los autores intelectuales y materiales del crimen 6z3846

Diario las Américas | IBÉYISE PACHECO
Por IBÉYISE PACHECO

Cuatro de los señalados por participar en el crimen del teniente Ronald Ojeda han sido detenidos en Colombia y enfrentan un eventual proceso de extradición bajo el reclamo de solicitud de Chile y Venezuela. Chile los ha requerido lógicamente porque en ese país el teniente venezolano fue vilmente asesinado y allí fueron identificados los asesinos materiales y los intelectuales.

El requerimiento de Venezuela ha sido entendido, en cambio, como una operación que procura entorpecer el proceso.

Al respecto el abogado exfiscal Zair Mundaray advirtió que Tarek William Saab -que sabemos que de derecho nada sabe- ha presentado en su solicitud, los alegatos como si el crimen hubiese ocurrido en nuestro país, situación falsa a todas luces, procurando además una tensión diplomática y judicial innecesaria.

Evidentemente, el régimen como siempre está ganando tiempo y quieren enredar el proceso, en eso son expertos.

Recordemos que el teniente Ronald Ojeda fue secuestrado el 21 de febrero del año pasado en Santiago de Chile, cuando fue sacado a las 3:10 de la madrugada de su residencia por cuatro sujetos encapuchados en una operación que culminó con la aparición del cuerpo 11 días después envuelto en cal, a 1.4 metros de profundidad bajo una losa de cemento.

El teniente tenía 32 años. El certificado forense registró asfixia por suspensión (fue colgado del cuello) luego de haber sido torturado brutalmente.

La conclusión de las investigaciones es que fue un crimen por encargo político ejecutado por 23 de la banda Los Piratas de Aragua sucursal del Tren de Aragua. Esas mismas investigaciones y los testimonios de los implicados involucran en el crimen al régimen de Nicolás Maduro en cabeza de Diosdado Cabello como autor intelectual, quien habría contratado los servicios del Niño Guerrero jefe de la organización criminal.

El caso ha merecido de parte de Chile la relevancia de un crimen político, mientras el régimen invierte dinero en procura de una estrategia que salve a los autores materiales venezolanos de toda responsabilidad y que los implicados hasta ahora callen sobre su implicación en ese monstruoso asesinato. Pero de manera especial, que no se les ocurra señalar a los responsables intelectuales.

Es importante tener presente que el teniente Ojeda logró desarrollar antes de morir un libro que sus familiares editaron después de los sucesos que le quitaron la vida. Y lo más importante, su contenido apunta a los asesinos y al móvil por el que le fue quitada la vida. De esta manera, el militar había recabado evidencia de la podredumbre del liderazgo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana como testigo privilegiado de situaciones en las que retrató al sistema corrupto de dicha institución.

El teniente Ojeda documentó su experiencia al prestar servicio en la frontera con Colombia, lo que según sus palabras le reveló que estaba a las órdenes de un servicio criminal.

Ojeda además de ser testigo de excepción, se resistió a formar parte del engranaje de corrupción coordinado por sus superiores que incorporaban en muchas decisiones a los jefes de las guerrillas del ELN y la FARC.

Obviamente, los criminales no le perdonaron al teniente Ojeda que se negara a asociarse con el delito, y señaló como un operador clave para el crimen organizado al mayor general del Ejército Ovidio de Jesús Delgado Ramírez, hombre que ha tenido a su cargo la 92 brigada del Caribe del Ejército en Guasdualito, y también ha sido comandante en la Región Estratégica de Defensa Integral en Oriente y su equivalente en Los Andes.

Pero lo más revelador es que ese general Ovidio Delgado Ramírez es indiscutible hombre, amigo y socio de Diosdado Cabello con quien comparte la pasión por los gallos de pelea con ratos de apuestas que superan los 100 mil dólares.

Antes de asesinar a Ojeda, el general Delgado ya había ordenado su detención al considerarlo un peligro para la ejecución de sus negocios ilegales. En prisión el teniente fue torturado. Querían callarle la boca por ser testigo del paquete criminal que conforman el contrabando y el narcotráfico en la frontera venezolana y los detalles de cómo eso ocurre con la complicidad de altos efectivos de la Fuerza Armada. De esa prisión logró escapar, después de estar 239 días detenido. Entonces se fue a Chile, hasta donde lo fueron a buscar para asesinarlo.

Ahora los responsables temen que la justicia investigando llegue a la verdad por lo que sus acciones procuran proteger a los asesinos materiales del teniente Ojeda; también pretenden evitar que se determinen y trasciendan los innumerables delitos que jerarcas del régimen cometen en impunidad. Lo hacen sin importar mostrar sus garras de asesinos y sin temor de enfrentar una democracia como la que se vive en Chile.

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