Frank de Varona tiene el don de la palabra. De diálogo fácil y fluido, te adentra en un laberinto de anécdotas como si fuera la trama de una novela, con la excepción que ésta fue real: “Yo tenía 17 años cuando la invasión. Mi hermano 19, un primo de 18…” aclara a manera de recuerdo. Quizás para reforzar la grandeza de la decisión que tomaron siendo tan jóvenes. Esa simple oración habla de compromiso, ante el peligro que aseguran, conocían.
Las primeras advertencias sobre el comunismo ocurrieron en su infancia, cuando estaba en cuarto grado y visitó la escuela un sacerdote lituano que había sufrido las barbaries de las fuerzas de la Unión Soviética en su país.
Luego pudo ver de cerca la verdadera naturaleza del régimen, incluso antes del 59: “Los ganaderos amigos de mi padre le dieron dinero a Fidel Castro (esa dictadura se pagó con el dinero de los ricos). Cuando fueron a ver a mi padre le dijeron: Jorge si tú no le das dinero te van a tirotear a los empleados de la finca y te van a matar. Mi padre contestó: no ha llegado al poder este hombre y ya está amenazando, ahora menos le voy a dar dinero… Fidel Castro siempre fue comunista”.
Para Frank de Varona, ahora desde la distancia, reconoce que era imposible la victoria de la Brigada 2506 y una de las razones era porque el presidente Kennedy tenía en su gobierno a muchos globalistas y se rodeó de gente que lo aconsejaron mal. Los calificativos hablan de traición y órdenes cuestionables.
“Todo se cambió. íbamos a invadir por Trinidad, al lado de las montañas del Escambray, donde había rebeldes peleando contra Fidel Castro, un aeropuerto, dos carreteras con comunicación a La Habana, había un muelle por donde bajar los armamentos. Al contrario que en Bahía de Cochinos…Tú no puedes cambiar un plan cuando son 1.500 soldados peleando contra tanta gente, pero si hubiera seguido el plan, que lo hizo la CIA, hubiéramos tenido la oportunidad de triunfar” (El plan original era – rememora- ataque sorpresivo el 15 de abril con 16 aviones y las variables topográficas mencionadas).
Frank de Varona reconoce que fueron víctimas del engaño: “Confiamos en Estados Unidos, en la superpotencia del mundo. Uno pensaba que cualquier cosa que ellos planearan sería un éxito. Además, en Guatemala nos dijeron claramente que tendríamos el apoyo, que solo éramos un por ciento. Nos engañaron. Yo recuerdo un día, que me estaban entrenando cómo construir una trinchera y le pregunté al americano cómo protegernos de un ataque aéreo y me respondió: El cielo va a estar totalmente con sombras de la cantidad de aviones que estarán apoyándolos a ustedes, sombra por completo de todos los aviones que van a venir. Todos confiamos ciegamente en Estados Unidos…”
De Varona reflexiona entonces y se pregunta cómo Estados Unidos permitió y permite a un país comunista a solo 90 millas. “Fidel Castro, la mafia y la KGB asesinaron a Kennedy” y de la frustración de la derrota nace la impotencia de no poder haber prevenido los que vino después: “
De haber ganado nosotros no habría existido una crisis de los misiles de octubre de 1962 con tantas bombas atómicas por todo el mundo, no hubieran existido tantos horrores en Latinoamérica, ni las incursiones en África y en Asia. Nada de eso hubiese ocurrido. Cuántos miles de vidas se hubieran ahorrado”. De igual forma imagina una Cuba sin destrucción y democrática, próspera.
En un momento de la entrevista, Frank de Varona se adentra en los horrores de la prisión y es obvio que aun después de tantos años siguen latiendo en su cerebro las escenas más terribles y los atropellos por parte de sus captores.
“Primero nos llevaron al Castillo del Príncipe y ahí me tocó, siempre lo peor: estuve en la leonera [los fosos del castillo]. Había una ventanita arriba, por donde a las 3 de la tarde entra un poquitico de luz”. Relata del agua contaminada con ratones muertos, las enfermedades, las torturas físicas y mentales.
“Luego vino el juicio en abril del 62 donde fuimos sentenciados a 30 años de trabajo forzado y nos pusieron precio. A mi hermano y a mí, 100.000 dólares de rescate”.
A Frank de Varona lo trasladaron al presidio modelo en Isla de Pinos: “Cabían 40 personas y éramos 214, tirados en el piso…había un solo inodoro y dos duchas que abrían 10 minutos al día…siete meses así con todas las partes genitales, los pies desbaratados por la falta de higiene. Fue bien duro, ese fue mi infierno”.
De Varona cuenta las vejaciones a las que eran sometidas las mujeres que iban a visitar a los brigadistas, acciones grotescas que rozan los límites morales y que constituyen de por sí un ultraje. Asevera que se conocieron después porque de tener conocimiento de ellos en ese momento, ninguno hubiese permitido que alguien fuera a verlos durante su cautiverio. “A mi abuela, a una anciana de 80 años, la desnudaban para revisarla”
Al terminar el horror de la prisión, De Varona había perdido 60 libras: “Tuvimos la gran suerte de que Kennedy tenía remordimiento de conciencia porque sabía que había sido culpa de él”.
Ningún comienzo tiende a ser fácil: “Mi padre no podía trabajar porque tenía 3 ataques al corazón, mi mamá, que nunca había trabajado en Cuba tuvo que trabajar en una joyería de lunes a sábado y vivíamos con una tía que había sido militar de Estados Unidos. Vivíamos ahí con ella tres de nosotros: mi hermano, un primo hermano y yo dormíamos en un garaje. Éramos súper pobres, pero no era pobre cerebro. Yo sabía que el nivel de pobreza era temporal porque la pobreza es también mental”.
De Varona se graduó de Ciencias Políticas en la Universidad y obtuvo otros títulos de educación superior, además de ser autor de numerosos libros. Fue miembro prominente del Sistema Escolar de las Escuelas Públicas del condado Miami-Dade, donde trabajó por 37 años y desempeñó importantes puestos istrativos. Fungió como profesor asociado de estudios sociales de la Escuela de Educación de Florida International University, e impartió la docencia en la Universidad de Miami, St. Thomas University, Florida Memorial College, Mercy College y Miami Dade College.
En la actualidad se mantiene activo e integra el Comité Ejecutivo del Partido Republicano de Miami-Dade, es miembro de la Junta Directiva de Herencia Cultural Cubana y pertenece a muchas otras organizaciones, entre ellas la Junta Patriótica Cubana y la Brigada 2506.
Conocer el infierno le impulsó en sus proyecciones, y durante toda la entrevista defendió el sueño de ver a Cuba liberada, asimismo se mostró preocupado por “las raíces que intenta cimentar la izquierda en todo el mundo como parte de una agenda globalista”, quizás la misma por la quedaron abandonados en Bahía de Cochinos y les impidió la posibilidad de la victoria.