MIAMI.- Este hombre se forjó así mismo fotografiando el sufrimiento y el desarraigo de otros, y años más tarde se reinventó al decidir retratar la belleza que aún persiste en el mundo. Sebastião Salgado (1944-2025) fue testigo de guerras civiles, hambrunas, migraciones, catástrofes humanitarias y ecológicas en África, Medio Oriente y Latinoamérica. Sus fotografías relatan la violencia, la miseria humana y la desesperanza que producen ideologías, gobiernos totalitarios, extremismos religiosos, la intolerancia y la corrupción, pero también observamos en ellas un canto a la vida, a la belleza y a la dignidad humana que este fotógrafo franco-brasileño captó para nuestra contemplación y reflexión.
Obra de Sebastião Salgado, del corazón de las tinieblas al primer día de la creación
El legendario fotógrafo y ambientalista brasileño Sebastião Salgado falleció a los 81 años, informó su familia el domingo 25 de mayo
Egresado de la Universidad de Sao Paulo y de la Universidad de Vanderbilt en Estados Unidos, con un máster y un doctorado en economía en París, en 1973 renuncia a los privilegios corporativos que le auguraban un brillante futuro en Londres, para dedicarse de lleno a la fotografía. Su pasión por la imagen, su intuición para captar el momento crucial, su sentido estético, su éticay lo preciso de sus encuadres a través del visor de la cámara, lo llevan a integrarse a la agencia Magnum Photos en París.
El por qué una persona como Salgado se sintió atraído a abandonar un alto cargo empresarial y escoger una profesión de riesgo y de incierto futuro, la respuesta la podríamos encontrar en lo que Henri Cartier-Bresson expresó sobre esta legendaria agencia fundada por Robert Capa, David Seymur y el propio Cartier-Bresson: “Magnum es una comunidad de pensamiento, es una calidad humana compartida, es la curiosidad y el respeto sobre lo que está sucediendo en el mundo y el deseo de transcribirlo visualmente”.
A finales de los setenta, uno de sus primeros trabajos consistió en cubrir la misión de Médicos sin Fronteras en Laos, organización que brindaba asistencia a los montañeses hostigados por Vietnam, publicando su primer libro Les Hmongs(1982). A partir de allí es contratado para cubrir misiones humanitarias en el desierto de Sahel, en África del Norte, que lo lleva a publicar Sahel: l’Homme en Détresse(1986). Le siguen otras misiones en las que visita 35 países, registrando las migraciones en el Maghreb, en el África subsahariana y en los Balcanes. Cuando en 1991 Sadam Hussein dio la orden de incendiar todos los pozos petroleros de Kuwait en la retirada del ejército iraquí, Salgado se hizo presente para fotografiar ese infierno. En 1992, fotografió la huida por los bosques ruandeses de 250.000 labradores, logrando sobrevivir a las matanzas y al hambre solo 40.000 de ellos.
Este hombre equilibrado y de gran determinación, después de fotografiar escenas del genocidio perpetrado por el gobierno Hutu de Ruanda, que masacró a más de un millón de campesinos Tutsis en 1994, confesó a su familia y amigos el haber perdido la fe en la humanidad, al sentir que la dignidad de la vida no valía nada y era demolida una y otra vez, en todas partes: “Había visto tanta violencia y barbarie, especialmente en Ruanda, que me sentí enfermo. Entonces renuncié a la fotografía”. De allí que, para recuperar su espíritu, decidió regresar a Brasil, a Minas Gerais, con la idea de reconstruir la finca donde nació. Con la ayuda de su esposa Lélia Wanick Salgado, pudo recuperarse del estrés postraumático y tiempo después recopiló las imágenes que narran el desastre humanitario causado por las migraciones forzadas que tanto abatimiento le produjeron registrándolas en el libro Éxodos.
En 1998, al tener noticias de lo que estaba ocurriendo en la mina de oro de Serra Pelada, explotación de oro a cielo abierto en el estado de Pará, al noreste de Brasil, decide retomar su cámara fotográfica logrando captar dantescas imágenes del desastre humano y ecológico causado por más de 100.000 garimpeiros. Dichas fotografías las vierte en el libro La mina de oro de Serra Pelada(1999). Gracias a este reportaje, el mundo se enteró de la magnitud de la devastación de la selva amazónica, de la voracidad de las empresas y organizaciones mineras permitidas por los gobiernos corruptos de los países que comparten la cuenca amazónica. De allí partió en un recorrido por toda Suramérica, fotografiando la geografía y a sus pobladores, imágenes que recoge en otro libro titulado Otras Américas(1999).
En 2004, Salgado decidió abandonar la fotografía social, que tanto le había apasionado para dedicarse a retratar la naturaleza. A partir de allí, se dedicó a fotografiar las más excelsas imágenes de homenaje a la naturaleza desde que Ansel Adams y los fotógrafos paisajistas americanos iniciaran esta tendencia de exploración geográfica y visual. Salgado se empeñó en demostrar la belleza del planeta y la necesidad de preservarlo. Esas imágenes las recopiló su esposa en el libro Génesis (2013). A raíz de este cambio de actitud ante la vida, el fotógrafo junto a su esposa Leila iniciaron el proyecto Terra, con la idea de reforestar parte de la selva arrasada en la Amazonia, sembrado más de dos millones de árboles.
En 2018, tuve la oportunidad de asistir a la exposición Declaration, en el Museo del Hombre en París. La curadora de la exposición, Lélia Wanick Salgado, ocupó las salas con 30 fotografías de gran formato, para ilustrar los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue firmada en este mismo edificio en 1948. Con imágenes conmovedoras que llaman a la reflexión, el fotógrafo ilustra el derecho de asilo, la libertad de pensamiento, la libertad de conciencia y de religión, el derecho al trabajo, el derecho a la educación y a la cultura, entre otras fotografías que narran las violaciones sistemáticas de esos derechos, tomadas durante 40 años en veinte países, imágenes que encarnan la necesidad de que defendamos cada día los derechos consagrados en dicha declaración.
Esas fotografías hablaban de la desventura de miles de personas que de la noche a la mañana tuvieron que dejar sus hogares y huir a otros países para salvar la vida y preservar su dignidad. Retratos de tragedias individuales y colectivas que continúan sucediendo en muchos países en este preciso instante. Ante la miseria humana, el fotógrafo, armado de ética, se erige como portavoz de esas tribulaciones. Salgado transitó por el corazón de las tinieblas de la humanidad, legándonos imágenes de las crudas realidades que su ojo observó, hasta que penetró el umbral de un mundo pleno de belleza y armonía, un mundo que está allí y que hay que preservar, un mundo que aún se recrea como en el primer día de su creación.
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