Resumen ejecutivo: Este artículo examina la evolución del papel de Panamá como campo de batalla estratégico en la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China. Anteriormente firmemente arraigado en la esfera de influencia estadounidense, Panamá se ha convertido cada vez más en un foco de la interacción geoeconómica china, en particular tras su giro diplomático hacia Pekín en 2017 y su integración en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China.
Panamá: un campo de batalla estratégico en la rivalidad entre Estados Unidos y China
La creciente rivalidad entre Estados Unidos y China ha transformado a Panamá, de un aliado relativamente discreto de EEUU, en un espacio de influencia disputado
A medida que se agudizan las preocupaciones geopolíticas de Estados Unidos, especialmente bajo la renovada postura estratégica de la segunda istración Trump, Panamá se encuentra navegando en una precaria senda entre la oportunidad económica y la lealtad política. Si bien la mayoría de los gobiernos latinoamericanos se muestran reacios a establecer alianzas militares con China por temor a provocar a Washington, China parece estar esperando el momento oportuno, cultivando discretamente una influencia a largo plazo a través de infraestructura, comercio y plataformas digitales, lo que podría sentar las bases para una cooperación estratégica y militar más profunda en el futuro. China desea implementar su propio sistema internacional.
A través del análisis histórico y los acontecimientos actuales, este artículo explora cómo estas dinámicas están configurando la soberanía de Panamá y el equilibrio de poder en el hemisferio occidental.
Introducción
Panamá ha tenido durante mucho tiempo un valor estratégico que va mucho más allá de su tamaño, sirviendo como un vínculo crucial entre los océanos y como piedra angular de la arquitectura comercial y de defensa global de Estados Unidos. Desde su fundación con el apoyo de Estados Unidos en 1903 hasta su gestión actual del Canal de Panamá, la soberanía y la autonomía estratégica de Panamá se han visto frecuentemente condicionadas por la dinámica de las grandes potencias. Sin embargo, nunca antes había tenido que equilibrar sus intereses con tanta precisión entre dos gigantes. Hasta ahora.
La creciente rivalidad entre Estados Unidos y China ha transformado a Panamá, de un aliado relativamente discreto de EEUU, en un espacio de influencia disputado. Anteriormente segura bajo el paraguas de seguridad estadounidense, Panamá ahora se encuentra lidiando con presiones, inversiones y visiones de futuro contrapuestas. Mientras Estados Unidos continúa abordando la región latinoamericana desde una perspectiva geopolítica, con énfasis en el control militar, diplomático y estratégico, China, por otro lado, ha estado utilizando un enfoque geoeconómico para llenar cualquier vacío que EEUU cree, integrándose a través de infraestructura, comercio y relaciones comerciales a largo plazo. La mayoría de los gobiernos latinoamericanos se muestran recelosos de la cooperación militar con China por temor a molestar a Washington, y Pekín ha respetado en gran medida estos límites, por ahora. Sin embargo, hay indicios de que China está sentando las bases con paciencia para una mayor influencia estratégica, incluyendo la posibilidad de una futura intervención militar cuando las condiciones lo permitan. Panamá ya no es simplemente un socio, sino un campo de batalla.
I. Fundamentos de la asociación estratégica (1903-1999)
Estados Unidos desempeñó un papel decisivo en la independencia de Panamá de Colombia en 1903, un acto directamente vinculado a las ambiciones estadounidenses de construir y controlar un canal interoceánico. El Tratado Hay-Bunau-Varilla otorgó a Estados Unidos derechos de soberanía sobre la Zona del Canal de Panamá, finalizada en 1914. Esto convirtió a Panamá en una pieza clave de la red naviera mundial y de la estrategia militar estadounidense.
Si bien este acuerdo generó actividad económica y desarrollo, también sembró un profundo resentimiento contra el dominio estadounidense. El punto de inflexión se produjo con los disturbios de la bandera de 1964, cuando los panameños se enfrentaron con las autoridades estadounidenses por el simbolismo nacional y la soberanía. La violencia causó la muerte de 21 panameños y 4 estadounidenses. Causó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Panamá y Estados Unidos, una medida sin precedentes para un país latinoamericano en aquel entonces. Estos acontecimientos finalmente dieron lugar a años de negociación, que culminaron en los Tratados Torrijos-Carter de 1977, que establecieron un plazo de 22 años para la retirada militar estadounidense y la entrega del canal y todas las bases militares a Panamá en 1999.
El período posterior a la entrega de poderes permitió a Panamá gestionar eficazmente el canal y mantener sólidas relaciones con Washington. Sin embargo, también abrió espacio para la entrada de nuevos actores y ambiciones. A medida que la participación geopolítica de Estados Unidos disminuía, China comenzó a sentar las bases para su influencia económica, ofreciendo a Panamá un socio alternativo basado en incentivos geoeconómicos en lugar de alineamiento político.
II. La llegada del Dragón: La Franja, la Ruta y su influencia en Panamá (2000-2020)
La estrategia global de China para expandir su influencia económica y estratégica encontró terreno fértil en Panamá. Tras el cambio de postura diplomática de Panamá en 2017, pasando de reconocer a Taiwán a la República Popular China, Pekín lanzó una ola de iniciativas destinadas a integrarse en la infraestructura y la economía del país.
A esto le siguieron miles de millones de dólares en inversiones prometidas, incluyendo propuestas para puertos cerca de las entradas del canal, una línea ferroviaria de alta velocidad de 4.100 millones de dólares, nuevas instalaciones para embajadas e infraestructura tecnológica. Panamá se convirtió en miembro oficial de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, lo que para algunos observadores marcó un cambio de rumbo respecto a Occidente.
Mientras que Estados Unidos mantuvo un marco principalmente geopolítico, centrado en preocupaciones de seguridad y poder político, el enfoque de China fue fundamentalmente geoeconómico. Al proporcionar capital, construcción y al mercado, Pekín llenó el vacío creado por la menguante presencia económica estadounidense. Empresas chinas comenzaron a obtener contratos portuarios y logísticos en ambos extremos del canal, lo que generó temores en Washington sobre infraestructura de doble uso y una intrusión estratégica a largo plazo.
Cabe destacar que, si bien la presencia china se mantuvo civil y comercial, su influencia se intersectó cada vez más con áreas tradicionalmente protegidas por Estados Unidos como preocupaciones de seguridad nacional. A pesar de esto, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, incluido Panamá, han evitado hasta ahora la cooperación militar con China. La reticencia es real, en gran medida debido al temor a represalias estadounidenses. Pero China parece contenta con esperar, estableciendo discretamente su influencia y capacidades con opciones estratégicas a largo plazo en mente.
III. Panamá se convierte en primera línea: La segunda istración Trump y la confrontación estratégica (2025–)
Con la toma de posesión de la segunda istración de Donald Trump en enero de 2025, la postura de Estados Unidos hacia Panamá y Latinoamérica en general pasó de una preocupación cautelosa a una confrontación abierta. En discursos, entrevistas y mensajes diplomáticos directos, el presidente Trump enfatizó repetidamente la importancia del Canal de Panamá para la seguridad nacional estadounidense. En varios mítines y eventos de prensa, llegó a afirmar que Estados Unidos "podría tener que recuperar el Canal si Panamá sigue permitiendo la entrada de China".
Esto marcó una escalada drástica respecto al enfoque discreto de las istraciones anteriores. Altos funcionarios de la Casa Blanca y el Departamento de Estado de Trump advirtieron públicamente que la participación china en la infraestructura crítica de Panamá representaba una "línea roja" para los intereses estadounidenses. Estas advertencias reflejaban una postura geopolítica tradicional centrada en la logística militar, el arte de gobernar y la influencia territorial.
Antes de las advertencias de Trump, la estrategia geoeconómica de China se mantuvo prácticamente inalterada, con inversiones y alianzas que se extendieron a los sectores de transporte, telecomunicaciones y finanzas de Panamá. Poco después de la investidura del presidente Trump, declaraciones conjuntas de la nueva istración estadounidense con sus socios regionales destacaron una postura renovada de la "Doctrina Monroe", afirmando que las potencias extranjeras, especialmente China, no deben controlar ni influir indebidamente en activos estratégicos del hemisferio occidental.
La presión estadounidense dejó de ser sutil. Se recalibraron las negociaciones comerciales con Panamá. La ayuda en materia de seguridad se vinculó a la limitación de los contratos con China. Altos funcionarios estadounidenses comenzaron a visitar Panamá con frecuencia, ofreciendo financiamiento alternativo para infraestructura a través de iniciativas como la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica y la Corporación Financiera de Desarrollo (CFD). La istración Trump también reanudó el debate sobre las implicaciones estratégicas de los Tratados Torrijos-Carter, y algunos de sus representantes cuestionaron abiertamente su permanencia.
Esta presión abierta colocó a Panamá en una posición poco envidiable: gestionar una alianza de larga data con Estados Unidos y al mismo tiempo tratar de evitar antagonizar a su segundo socio comercial más importante, que estaba usando herramientas geoeconómicas en lugar de una confrontación directa, por ahora.
IV. Revaluación panameña y la cuerda floja estratégica
Ante esta creciente rivalidad, los líderes panameños comenzaron a reducir su entusiasmo inicial por los proyectos liderados por China. El plan del tren de alta velocidad se suspendió indefinidamente. Las licitaciones chinas para la modernización de puertos se enfrentaron a un mayor escrutinio. Las discusiones sobre ciberseguridad, contratos de telecomunicaciones y sistemas financieros comenzaron a reflejar el enfoque de seguridad de Washington.
Sin embargo, Panamá también se resistió a convertirse en un peón. Sus líderes reafirmaron su soberanía nacional, enfatizando su neutralidad y el deseo de permanecer abiertos al comercio global sin convertirse en un agente de la política de las grandes potencias. El presidente José Raúl Mulino reafirmó el compromiso de Panamá con la neutralidad del canal, citando los principios consagrados en los tratados de 1977.
Al mismo tiempo, Panamá mostró una comprensión pragmática de las preocupaciones de Estados Unidos. Los funcionarios expresaron su disposición a colaborar más estrechamente en contrainteligencia, lucha contra el blanqueo de capitales y protección de infraestructura crítica, áreas donde la cooperación entre Estados Unidos y Panamá se ha profundizado desde entonces.
Aun así, la influencia geoeconómica de China sigue siendo atractiva para sectores de la economía panameña, ofreciendo beneficios tangibles sin las evidentes condicionalidades políticas que suelen asociarse a la intervención estadounidense. Y si bien los lazos militares entre los países latinoamericanos y China siguen siendo limitados, Pekín parece estar cultivando metódicamente una influencia que podría eventualmente impulsar la cooperación estratégica, e incluso militar, si las circunstancias políticas cambian.
V. Apuestas estratégicas: Neutralidad del Canal, infraestructura y soberanía digital
En el centro de la controversia se encuentra el Canal de Panamá: neutral por tratado, de importancia global, pero profundamente controvertido en términos simbólicos y estratégicos. Es un cuello de botella para más del 5% del comercio marítimo mundial y una vía vital para la movilidad militar y comercial de Estados Unidos. Cualquier insinuación de control, influencia o manipulación por parte de China es considerada intolerable por Washington.
Más allá del propio canal, la competencia se extiende a la infraestructura circundante. Empresas chinas han competido por contratos en centros logísticos, zonas económicas especiales e infraestructura digital, mientras que agencias estadounidenses las han señalado como vulnerabilidades estratégicas. Mientras Estados Unidos prioriza el control geopolítico y el dominio regional, China continúa construyendo influencia mediante un modelo geoeconómico más discreto: invirtiendo en carreteras, redes y puertos que generan influencia a largo plazo.
A medida que la competencia se expande a los ámbitos cibernético y financiero, Panamá se ha convertido en un ejemplo de cómo las pequeñas naciones pueden proteger su soberanía digital mientras abordan las demandas de las superpotencias, arraigadas en enfoques de influencia fundamentalmente diferentes. En esta lucha más amplia, la postura paciente de China podría estar sentando las bases no solo para una ventaja económica, sino también para una futura posición estratégica.
VI. Llenando el vacío: El Águila debe despertar
Mientras Panamá y otras naciones latinoamericanas se recalibran en respuesta a la presión geopolítica, una verdad se ha vuelto cada vez más evidente: dondequiera que Estados Unidos se retira —económica, diplomática, digital o informativamente—, China interviene para llenar el vacío mediante la geoeconomía. Su estrategia es deliberada, paciente y pragmática.
La erosión de la influencia estadounidense en la región no es inevitable, pero es el resultado directo de la negligencia política y la falta de inversión. Washington debe reconocer que la proyección de poder hoy en día no se trata solo de presencia militar, sino también de financiamiento, conectividad, cadenas de suministro y ecosistemas de información. Los instrumentos del poder nacional estadounidense deben reactivarse y alinearse plenamente: la diplomacia debe ser audaz, el compromiso económico debe ser sólido, las iniciativas de desarrollo deben ser sostenidas y las campañas informativas deben ser creíbles y consistentes.
Igualmente importante, la empresa privada estadounidense debe estar a la altura del desafío. Las empresas estadounidenses, especialmente en infraestructura, telecomunicaciones, logística y servicios digitales, deben invertir y competir proactivamente en Panamá y el mercado latinoamericano en general. La influencia estratégica no puede basarse únicamente en la diplomacia; debe reforzarse mediante una participación empresarial estadounidense visible y centrada en el valor.
Para mantener el liderazgo en el hemisferio, Estados Unidos debe dejar de ceder terreno y comenzar a ganarse de nuevo la confianza, las mentes y los mercados. La ventana sigue abierta, pero se está cerrando rápidamente.
Conclusión: Gigantes arriba, soberanía abajo
Panamá ya no es solo un discreto puesto de avanzada de la estrategia hemisférica estadounidense; es el escenario de un conflicto muy moderno. El canal, otrora símbolo del dominio estadounidense, se encuentra ahora en la encrucijada de la competencia entre las grandes potencias del siglo XXI.
La postura contundente de la segunda istración Trump lo hizo evidente. Lo que había sido una creciente contienda discreta se transformó en política pública, retórica política y reajuste estratégico. Para Panamá, esto fue una llamada de atención: no hay que quedarse al margen cuando se enfrentan gigantes. El país debe mantenerse ágil, asertivo y con principios, defendiendo su soberanía y manteniendo la confianza de su aliado más importante.
En los próximos años, las decisiones que tomen tanto Panamá como Estados Unidos respecto a la presencia e influencia de China en el pequeño país centroamericano tendrán eco mucho más allá de sus fronteras. Ayudarán a definir la trayectoria general de la rivalidad entre Estados Unidos y China en el hemisferio occidental: entre una superpotencia geopolítica y un contendiente geoeconómico paciente y calculador que, con el tiempo, podría dejar de rehuir las ambiciones militares. China no quiere formar parte del sistema internacional de Estados Unidos y pretende implementar el suyo propio. Por ahora, siguen ocultando su fuerza y esperando el momento oportuno en el hemisferio occidental.
Referencias
Marrero, R. (2024). La última frontera: Crónica de la resistencia de EE. UU. contra la China comunista. Bravo Zulu Publishers.
Brands, H. (2022). La lucha del crepúsculo: Lo que la Guerra Fría nos enseña sobre la rivalidad entre las grandes potencias hoy. Yale University Press.
Ellis, R. E. (5 de agosto de 2020). El avance de China en América Latina. The Diplomat. https://thediplomat.com/2020/08/chinas-advance-in-latin-america/
Departamento de Estado de EE. UU. (6 de abril de 2023). Relaciones entre EE. UU. y Panamá. Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental. https://www.state.gov/u-s-relations-with-panama/
Koleski, K. y Salidjanova, N. (marzo de 2018). El compromiso de China con América Latina y el Caribe. Comisión de Revisión Económica y de Seguridad EE. UU.-China. https://www.uscc.gov/sites/default/files/Research/China%20Latin%20America%20Report.pdf
Personal de Lawfare. (14 de marzo de 2019). ¿La Doctrina Monroe de Trump? Lawfare. https://www.lawfareblog.com/trumps-monroe-doctrine
Autoridad del Canal de Panamá (A). (2023). Informe de tráfico y operaciones del Canal de Panamá, 2023. https://pancanal.com/en/
Myers, M., y Gallagher, K. P. (octubre de 2020). Navegando la Iniciativa de la Franja y la Ruta: La inversión de China en América Latina. Diálogo Interamericano. https://www.thedialogue.org/resources/navigating-the-belt-and-road-initiative/
Cárdenas, M. (19 de octubre de 2023). América Latina no quiere elegir entre Estados Unidos y China. Foreign Policy. https://foreignpolicy.com/2023/10/19/latin-america-us-china-competition/
Personal de Reuters. (15 de julio de 2020). Panamá suspende el proyecto ferroviario de alta velocidad financiado por China. Reuters. https://www.reuters.com/article/panama-rail-idUSL1N2ES0HP
O’Neil, S. K. (2022). El mito de la globalización: Por qué importan las regiones. Yale University Press.
Tokatlian, J. G. (2022). El regreso de la Doctrina Monroe: Geopolítica y las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Geopolítica, 27(3), 580–602. https://doi.org/10.1080/14650045.2021.1902343
Freeman, C. P. (octubre de 2021). China y el equilibrio estratégico en América Latina. Brookings Institution. https://www.brookings.edu/research/china-and-strategic-balance-in-latin-america/
Nye, J. S. (2020). ¿Importa la moral? Presidentes y política exterior desde Roosevelt hasta Trump. Oxford University Press.
Congreso de la República de Panamá. (1977). Tratados Torrijos-Carter: Documentos históricos.
Sullivan, M. P. (21 de junio de 2023). El compromiso de China con América Latina y el Caribe. Servicio de Investigación del Congreso. https://crsreports.congress.gov/product/pdf/IF/IF10982
Publicado en el Miami Strategic Intelligence Institute (MSI²).
NULL